A fortalecer el sistema Inmune
Por Dra. Astrid Díaz | 1 de Marzo, 2023
El sistema inmunológico, brinda la capacidad al cuerpo para mantenerse seguro al brindar pro¬tección frente agentes nocivos involucrando las líneas de defensa. Dentro de las líneas de de¬fensa podemos mencionar:
- Barrera epitelial como piel y mucosas (piel, lágrimas, saliva, microbiota)
- Defensa celular (como los leucocitos)
- Formación de anticuerpos
El sistema inmunológico cambia a lo largo de nuestra vida y con él, los requerimientos nutricionales y susceptibilidad a algunos tipos de infecciones. A medida que el cuerpo envejece también lo hace el sistema inmunológico, teniendo menor capacidad de responder a los desafíos que nos aquejan diariamente. El tener nuestras defensas en un estado óptimo y la protección contra las infecciones depende del estatus nutricional y son dependientes de la edad. Es importante mencionar que, en la niñez, nuestro sistema inmune termina de desarrollarse aproximadamente a los 10 años, mientras tanto son más susceptibles a los factores externos, que pueden exponer su salud.
Existen diferentes factores que pueden comprometer nuestro sistema inmune, sobre todo en adultos mayores, tal como: Sedentarismo, obesidad, comida con poco contenido nutricional, veganos, vegetarianos, comida rápida, estrés, alteraciones del sueño/no dormir bien/dormir poco/insomnio, ejercicio excesivo, contaminación, fumar y beber en exceso.
¿Cómo podemos fortalecer nuestro sistema inmune?
Dormir de 6 a 8 horas diarias, realizar ejercicio de 3 a 4 veces por semana, reducir el estrés, tener una dieta balanceada, existen micronutrientes que pueden ayudar a fortalecer nuestro sistema inmunológico como la vitamina C, D y el Zinc, trabajando en esas 3 líneas de defensa.
La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico-L, es una vitamina soluble en agua. A diferencia de la mayoría de los mamíferos y otros animales, los humanos no tienen la capacidad de sintetizar la vitamina C y deben obtenerla de la dieta. Dos funciones principales de la vitamina C son como un antioxidante y su participación en reacciones enzimáticas de nuestro cuerpo, además de favorecer la producción de anticuerpos. En general, el uso regular de suplementos de vitamina C acorta la duración del resfriado común. Se ha demostrado que la vitamina C estimula ambas líneas de defensa, producción y función de (glóbulos blancos), especialmente neutrófilos, linfocitos, y fagocitos. Producción de colágeno, favoreciendo la cicatrización de las heridas. Finalmente aumenta la biodisponibilidad del hierro de los alimentos al mejorar la absorción intestinal del hierro.
Una deficiencia severa de vitamina C ha sido conocida por muchos siglos como una enfermedad potencialmente fatal, el escorbuto. Los síntomas del escorbuto incluyen hemorragia, deficiencia en la cicatrización de heridas y fácil aparición de moretones, caída de cabello y dientes, y dolor e hinchazón en las articulaciones. Tales síntomas parecen estar relacionados con el debilitamiento de los vasos sanguíneos, tejido conectivo y óseo, los cuales contienen colágeno.
Propensión a infecciones, problemas de la cicatrización, sangrado de encías, estrés oxidativo, desarrollo de cataratas, alcoholismo y tabaquismo incrementan las necesidades. La deficiencia de zinc es común en todo el mundo, pero se observa con mayor frecuencia en los países en desarrollo. Se estima que hasta el 17% de la población mundial está en riesgo de ingesta inadecuada de zinc. Áreas en riesgo incluyen el África subsahariana y América Central. Puede ser he-redada o adquirida y generalmente se presenta con mayor propensión a infecciones, problemas a nivel gástrico y de piel. La deficiencia de zinc puede provocar Alteración del sistema inmunológico, problemas con el cabello y daño por estrés oxidativo.
- Barrera epitelial como piel y mucosas (piel, lágrimas, saliva, microbiota)
- Defensa celular (como los leucocitos)
- Formación de anticuerpos
El sistema inmunológico cambia a lo largo de nuestra vida y con él, los requerimientos nutricionales y susceptibilidad a algunos tipos de infecciones. A medida que el cuerpo envejece también lo hace el sistema inmunológico, teniendo menor capacidad de responder a los desafíos que nos aquejan diariamente. El tener nuestras defensas en un estado óptimo y la protección contra las infecciones depende del estatus nutricional y son dependientes de la edad. Es importante mencionar que, en la niñez, nuestro sistema inmune termina de desarrollarse aproximadamente a los 10 años, mientras tanto son más susceptibles a los factores externos, que pueden exponer su salud.
Existen diferentes factores que pueden comprometer nuestro sistema inmune, sobre todo en adultos mayores, tal como: Sedentarismo, obesidad, comida con poco contenido nutricional, veganos, vegetarianos, comida rápida, estrés, alteraciones del sueño/no dormir bien/dormir poco/insomnio, ejercicio excesivo, contaminación, fumar y beber en exceso.
¿Cómo podemos fortalecer nuestro sistema inmune?
Dormir de 6 a 8 horas diarias, realizar ejercicio de 3 a 4 veces por semana, reducir el estrés, tener una dieta balanceada, existen micronutrientes que pueden ayudar a fortalecer nuestro sistema inmunológico como la vitamina C, D y el Zinc, trabajando en esas 3 líneas de defensa.
La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico-L, es una vitamina soluble en agua. A diferencia de la mayoría de los mamíferos y otros animales, los humanos no tienen la capacidad de sintetizar la vitamina C y deben obtenerla de la dieta. Dos funciones principales de la vitamina C son como un antioxidante y su participación en reacciones enzimáticas de nuestro cuerpo, además de favorecer la producción de anticuerpos. En general, el uso regular de suplementos de vitamina C acorta la duración del resfriado común. Se ha demostrado que la vitamina C estimula ambas líneas de defensa, producción y función de (glóbulos blancos), especialmente neutrófilos, linfocitos, y fagocitos. Producción de colágeno, favoreciendo la cicatrización de las heridas. Finalmente aumenta la biodisponibilidad del hierro de los alimentos al mejorar la absorción intestinal del hierro.
Una deficiencia severa de vitamina C ha sido conocida por muchos siglos como una enfermedad potencialmente fatal, el escorbuto. Los síntomas del escorbuto incluyen hemorragia, deficiencia en la cicatrización de heridas y fácil aparición de moretones, caída de cabello y dientes, y dolor e hinchazón en las articulaciones. Tales síntomas parecen estar relacionados con el debilitamiento de los vasos sanguíneos, tejido conectivo y óseo, los cuales contienen colágeno.
Propensión a infecciones, problemas de la cicatrización, sangrado de encías, estrés oxidativo, desarrollo de cataratas, alcoholismo y tabaquismo incrementan las necesidades. La deficiencia de zinc es común en todo el mundo, pero se observa con mayor frecuencia en los países en desarrollo. Se estima que hasta el 17% de la población mundial está en riesgo de ingesta inadecuada de zinc. Áreas en riesgo incluyen el África subsahariana y América Central. Puede ser he-redada o adquirida y generalmente se presenta con mayor propensión a infecciones, problemas a nivel gástrico y de piel. La deficiencia de zinc puede provocar Alteración del sistema inmunológico, problemas con el cabello y daño por estrés oxidativo.
Su papel dentro del cuerpo humano es
extenso en la reproducción, la función
inmunológica y la reparación de heridas.
La vitamina D es uno de los refuerzos
inmunológicos más efectivos y se forma
principalmente a través de la acción solar
UV en la piel.
Además de ser beneficiosa Importante
para el desarrollo y mantenimiento de
huesos, activa las células inmunes y estimula
la producción de sustancias antimicrobianas,
lo que permite al cuerpo combatir
invasores rápidamente.
La vitamina D se puede obtener de tres
maneras: a través de la piel con la exposición
al sol, por medio de la dieta y de
suplementos. Sin embargo, la exposición
prolongada al sol pude acelerar el envejecimiento
o causar cáncer de la piel, por
lo que resulta necesario obtenerla la vitamina
D también a través de los alimentos
y suplementos. La deficiencia de vitamina
D, puede causar dolor y debilidad muscular
en adultos y niños. Los alimentos ricos
en vitamina D incluyen yemas de huevo,
pescado de agua salada e hígado. Otros
alimentos, como la leche y el cereal, muchas
veces están enriquecidos con vitamina
D. Factores de riesgo de deficiencia de
Vitamina D: condiciones ambientales, estilo
vestimenta, protección solar, infantes
exclusivamente amamantados.